¿Cómo podemos promover las habilidades del siglo XXI con nuestros estudiantes de manera virtual?

El 2020 ha sido un año lleno de sorpresas. De un momento al otro, el mundo se puso en pausa para combatir una pandemia que colapsó la economía, vació calles y apagó millones de aulas deteniendo al sistema educativo casi por completo. Según el Ministerio de Educación, el tiempo estimado del cierre de colegios es de 21 días.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO850 millones de estudiantes son afectados por el cierre de colegios. En el Ecuador, son casi dos millones quienes siguen el currículum educativo desde casa.

Una de las consecuencias es la pérdida de un ambiente colaborativo entre compañeros y docentes. El colegio es un espacio de crecimiento interpersonal y creación de relaciones, así fomentando la capacidad de liderazgo, comunicación y empatía.

El reto de los docentes es no dejar que las habilidades blandas pasen a un segundo plano. Es ahora que nos damos cuenta la importancia del contacto humano y cuánto lo extrañamos. Sin las habilidades del siglo XXI,  la educación es incompleta y sin ellas ningún proceso de adaptación es fácil.

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El reto de la tecnología en el contexto ecuatoriano

El coronavirus obligó a cambiar la forma de enseñar. Tenemos un sin fin de herramientas en línea, pero ¿qué pasa con los que no tienen acceso a este recurso?

Se debe encontrar un sistema inclusivo considerando todos los escenarios posibles para que los alumnos puedan seguir estudiando.  El 73,5 % de la población de estudiantes ecuatorianos va a colegios fiscales. Ellos reciben el material académico por medio de la plataforma del Ministerio de Educación: recursos2.educacion.gob.ec. Para las personas que no tienen acceso a internet, existen programas radiales y televisivos con propósitos educativos.

Perspectivas de adaptación 

La mayoría de profesores buscaron un punto medio entre el acceso al internet y el uso de celulares inteligentes. WhatsApp, en su gran mayoría, se convirtió en el principal medio de comunicación entre docentes, padres de familia y estudiantes. Algunos colegios con más recursos optan por clases virtuales con videos o videoconferencias.

Guadalupe es profesora de tercero de básica en una institución fiscal de Pichincha. El mayor reto al que se enfrenta, es apoyar a sus tres estudiantes con necesidades especiales. Aunque exista una adaptación a sus métodos de aprendizaje, necesitan una guía más personalizada al momento de realizar sus actividades.

Guadalupe creó un grupo en WhatsApp con todos los padres de familia de sus estudiantes para de esta manera, enviar contenido y hacer seguimiento.“Intento siempre estar pendiente, hay algunos padres que me llaman si tienen alguna dificultad, pero no todos muestran el mismo interés,” cuenta.

Estos son los deberes de David, un estudiante de educación básica en un colegio fiscal.

Carolina, profesora de educación inicial en una institución fiscal, también mantiene comunicación con los padres por WhatsApp. Ella pide que le manden videos de los niños haciendo alguna actividad. Al recibirlos, Carolina los analiza y ve qué dificultad tiene su alumno, lo corrige e intenta dar alternativas para que puedan desarrollar la actividad de mejor manera.

También, Carolina se encarga de saber si disponen de los materiales necesarios para realizar cada tarea. Si no tienen, pregunta de qué disponen en casa y estructura otra actividad que cumpla con el mismo objetivo que la originalmente planteada.

Carolina comenta, “Si algo positivo se puede sacar de esta situación es que los padres se han involucrado más en la educación de sus hijos y ven su desarrollo como algo mucho más importante. Verlos hacer las actividades les deja un recuerdo valioso y una satisfacción de compromiso y apoyo eterno con sus hijos.”

Gabriela, mamá de 3 niños, dos de educación inicial y una de educación básica, está de acuerdo. A pesar de las trabas que podamos encontrar en el día a día, hay cosas que podemos rescatar. “Ha sido tiempo valioso porque he podido estar mucho más presente en su proceso de aprendizaje y ver lo brillantes que son. También, uno puede darse cuenta de las falencias que tienen y así preguntar a los profesores cómo podemos apoyar desde casa.”

Sin duda, la educación se enfrenta a la pandemia dejando a millones de estudiantes perjudicados. Nuestro deber como facilitadores de la educación es hacer de este proceso un aprendizaje. Debemos empatizar con todos los estudiantes y apoyarlos a desarrollar sus habilidades del siglo XXI y actividades académicas a la distancia.

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